miércoles, 7 de octubre de 2020

Moviendo la lupa

    


    En esta nueva entrada sobre el contenido de la unidad número cuatro, me encuentro con mis propias dicotomías metacognitivas. Coloco esta vez la lupa de análisis sobre mi propia memoria. Analizo mi trayectoria con la evaluación y las mismísimas instancias ofrecidas a mis alumnos para que desarrollen su metacognición... me cuestiono ¿la meta siempre fue que mis estudiantes se convirtieran en los dueños de su propio aprendizaje? ¿soy consciente de la cantidad de veces que implementé la evaluación de tipo holística cuando era necesario otro tipo? ¿ofrezco variedad de instrumentos evaluativos como docente-estratega que propicia el cambio? ¿puedo planificar instancias de coevaluación con mayor asiduidad?

    De lo dicho, se desprenden dos "caídas en cuenta" que puedo colocar sobre la mesa desde mi propia ejecución áulica: ser docente modeladora de manera recurrente y darle más entidad a la coevaluación. 

    En primera instancia, tal y como nos enseñaron en la formación docente de grado, "modelar" las iniciativas dentro del curso es fundamental para el aprehender. En palabras más precisas, hacer explícito el pensamiento que tenemos para repensar nuestro abordaje al conocimiento y por ende, el de nuestros educandos. 

    Modelizar es quizá la clave para incorporar el hábito metacognitivo en el marco de la evaluación formativa. Este pensamiento es el que extraigo y en el que intentaré hacer mayor hincapié de ahora en adelante... ¿Quién de nosotros no necesita un ejemplo antes de emprender en pro del cambio? 

    A propósito de esto, dejo una infografía que me parece de lo más pertinente para analizar.


  

   Por otro lado, las afirmaciones de Anijovich tocante a enseñar en un aula heterogénea, conecta justamente con la idea de ofrecer momentos de coevaluación que le permitan a los estudiantes tomar postura y ejercitar el juicio crítico entre otras capacidades que se activan en este proceso. 

    Finalmente y como consideración de cierre, puedo establecer que cada  interrogante que surge de lo que voy incorporando es un puntapié a la observación personal para proyectar nuevas actuaciones dentro de mi desempeño como formadora. Puntualmente, Graciela Cappelletti con su discurso acerca de la metacognición fue de lo más esclarecedora y concreta al referir este proceso no solo como ejercicio de reflexión sino como proceso para tomar decisiones que permitan re-orientar el curso de las acciones. Este enfoque de "monitoreo de la propia acción" a fin de revisar el recorrido es un concepto de lo más activo teniendo en cuenta los mecanismos mentales como protagonistas del cambio de rumbo de los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Se vislumbra como un verdadero desafío de práctica compleja formativa... ¿por qué no establecernos instancias obligatorias de metacognición para obligarnos a re-orientar lo que sabemos que es necesario redireccionar? Una vez que nos hayamos autodisciplinado en ello, podríamos poner en práctica las estrategias sugeridas para transmitir con eficacia...


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