martes, 22 de septiembre de 2020

Evaluando y retroalimentando, nos vamos formando...

Reflexionando sobre retroalimentación...



    Si tuviese que resumir en una palabra el contenido de este módulo y su impacto en mí, lo haría a través de un término: cuestionamiento. Cuestionarme todo sobre la evaluación en mis prácticas, tomar conciencia de los procesos innatos que una ya los trae inclusive a modo de vicio y que no sabía que tenían una denominación; como por ejemplo "retroalimentación informal", "nivel del yo", "autorregulación", etc.

    Este cuestionamiento interpela inclusive lo que yo ya creía que era formativo a cabalidad y lo tomaba como un proceso concienzudo y acabado. Solo por citar a las queridas rúbricas, he tenido que desandar un poco el uso que hacía usualmente de ellas y el sentido que les asignaba. Meditar un poco en la retroalimentación y lo medular de la misma para ofrecer oportunidades de mejora, ha sido el sentido que me llevo de este módulo en específico. 

   A este respecto rescato un punto en particular que he ponderado en esta etapa: la organización de las instancias de retroalimentación. No dejarlo todo al azar o a que se presente la oportunidad de hacerles devoluciones a mis estudiantes. Esta caída en cuenta se la debo a la charla brindada por Rebeca Anijovich, autora clave en la bibliografía propuesta, "La evaluación formativa llegó para quedarse", en donde ella reflexiona sobre el papel fundamental que cumple la retroalimentación en el nivel secundario. Donde los alumnos tienen muchas materias que acreditar y en donde dicho proceso de devolución debiera ser consensuado con otras áreas a fin de que no sea una instancia abrumadora o inclusive imposible de concretar. Dejo a continuación la charla para quien quiera nutrirse también de lo que allí se esboza.


     Sobre esta organización, repienso mis prácticas como una planificación que se reelaborará constantemente atendiendo a las necesidades y respuestas de mis estudiantes. En este punto también cabe citar la insistencia de la que habla la pedagoga supracitada acerca de "acostumbrar a nuestros alumnos" a las devoluciones y a replantearles el concepto que ellos mismos tiene acerca de la evaluación. De allí también, la importancia de generar un clima no punitivo para que se de justamente esta sensación de "mejora efectiva" que queremos lograr con base en la recurrencia en la retroalimentación.

   Finalmente, y tratando de no ir en búsqueda de bueyes perdidos como suele sucederme, puedo concluir en que este "cuestionamiento" de lo que consideraba como establecido e inamovible en ciertas estructuras pertenecientes a a la evaluación y a la retroalimentación específicamente, tiene que ver con lo que nos atraviesa a casi todos los docentes: nuestra zona de confort. Intentar movernos un poco de lo establecido para atender a lo que necesita el momento y la circunstancia en la que se enmarca la educación. Lo que desde luego pone sobre la mesa nuevos interrogantes nuevamente: 

  • ¿Para qué niveles educativos es necesario aplicar tales o cuales escalones de la escalera de retroalimentación?     
  • ¿Es realmente necesario procesar la retroalimentación solo bajo parámetros escritos y formales?
  • ¿Hasta qué punto puedo servirme de una retroalimentación en instancias de autonomía virtual?

    Dejo la siguiente imagen, con la que concluye Anijovich su charla para DGE a fin de iniciar reflexiones sobre aquello que merece generar estrategias diferentes con base en el cambio. 



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