lunes, 14 de septiembre de 2020

Evaluación en ambientes digitales

     Al leer el material propuesto para este módulo, me remití a mi propia experiencia como alumna siendo evaluada en la formación de grado. Quedé totalmente conmovida por el trailer de "Las facultades", me sentí identificada absolutamente con esa instancia de adrenalina/pánico/satisfacción/frustración que suponía ir a demostrar que los conocimientos habían sido "incorporados" ante un tribunal docente. Coloco a propósito el entrecomillado porque claramente, no todos los conocimientos fueron realmente incorporados o asimilados. Más aún teniendo en cuenta que yo vengo de la generación en la que todavía se idealizaba muchísimo a los profesores como "los grandes monstruos del conocimiento" (valga la ambigüedad del sustantivo entre risas). Por lo tanto jamás nos planteamos como estudiantes acerca de nuestras instancias evaluativas de tipo enciclopedista; eran lo establecido y punto. A este respecto considero que no fue elegido al azar el personaje que nos guía en esta propuesta: la directora Tronchatoro o Miss Trunchbull según la obra de Roald Dahl. Ella representa las convicciones de lo que "un docente debe ser" más allá del carácter integral que supone la formación escolar. Es también a quien a más de uno nos gustaría invocar en determinados momentos muuuuy especiales dentro de los cursos jajaja



    Ahora, en una instancia un poco más seria y viendo que me encuentro del otro lado de cuestión (como quien enseña), es cuando agradezco este cambio de paradigma que se está forjando a la luz de lo formativo y el sentido completo de la evaluación por decirlo de alguna manera. Del video de Linda Castañeda rescato la frase "evaluar también para premiar o felicitar... poner ratings". Es decir, mirar ese necesario proceso como una fase de enriquecimiento por parte de ambos actores de lo educativo, tanto de educadores como de educandos. Como la docente citada lo aseveró, que más que un juicio sea una ocasión para aprender.  

    A su vez, el hecho de diversificar la mirada de quién es el que evalúa, da la oportunidad de ampliar las perspectivas del propio docente para hacer partícipes, por ejemplo, a los propios pares del estudiante. Lo que brinda la posibilidad de ser protagonistas del propio camino de evaluación desde lo metacognitivo. 

    Como desafío docente, salir de la zona de confort que nos da la usual evaluación sumativa es el reto a superar constantemente. Creo que casi todos estamos más que acostumbrados a la típica prueba diagnóstico o a la sumativa; no así con la formativa que implica tener claros parámetros concretos para la formación de un criterio. Es decir: ¿Cómo establezco un criterio cuantificable? ¿Aprendió o no significativamente los contenidos que quería transmitirle? ¿Podrá trasladarlos de manera eficaz a su vida y a su vez sentir la necesidad de seguir ampliando esos conocimientos?

    Por ahora son más los interrogantes que las certezas que veníamos manejando (al menos hablo por mi) de manera un poco ingenua con rúbricas alternativas a otros métodos de evaluación. Espero que al finalizar este curso obtenga, como sucedió con los anteriores, esa hermosa satisfacción que deviene de haber ampliado la enciclopedia pedagógica mental. 

    Dejo el enlace al documento pedido y espero que esté correcto. Para estructurarlo, consideré el DCP correspondiente y luego leí el documento adjunto sobre los resultados y su debida expresión dentro de lo escrito. Cómo debemos pensar esos términos que formarán parte del soporte que justificará nuestros lineamientos evaluativos. Recordé para ello la taxonomía de Bloom que, junto a mis compañeros, la tomamos como solución al problema que se nos planteó para el diseño de un objeto comunicativo digital. Es interesante corroborar cómo suena lógico y precioso el planteamiento de este autor y cómo se complejiza un poco más su aplicación efectiva. 

    Finalmente, agrego que lo que tuve presente a la hora de redactar las consignas fue lo que se nos ha venido solicitando a los docentes desde inicio de este tiempo, prolongado por cierto, de cuarentena: que seamos lo más didácticos posibles a la hora de mediar instrucciones. Pensando siempre en la asincronía que nos interpela, en las limitaciones que supone la no presencialidad y en la autogestión que podemos fomentar en los estudiantes a través de la resolución de sus propias dificultades de aprendizaje.

    ¡A seguir en camino!



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